Las mujeres en Afganistan y la perdida de derechos.

Las mujeres bajo el régimen talibán. La toma del poder de los talibanes en Afganistán luego del vació de poder que dejó la salida en secreto del presidente Ashraf Ghani, causó alarma mundial. Y si bien, las noticias dicen “sin derramamiento de sangre”, las imágenes en los noticiero de mujeres entregando a sus hijos para ser sacados del país conmueve y refleja el terror que se vive en Kabul. Las mujeres de occidente fijaron sus ojos en Afganistán y en lo que esto puede significar en el avance logrado en los últimos 20 años. La fotografía de cuatro mujeres protestando en la capital Afganistán con un letrero en sus manos frente a un talibán equipado con un fusil, sobrecoge y nos lleva a recordar que significó para ellas el régimen talibán entre 1996 y 2001.
De acuerdo con Aministía Internacional, en esos días la opresión hacia las mujeres fue extrema. Encerradas en sus hogares, invisibilizadas para la sociedad. Se prohibió la educación de las niñas en las escuelas. Algunas profesoras insistieron en continuar enseñando a mujeres en forma secreta, y se las castigaba a modo de ejemplo para el resto, Amnistía relata como una profesora fue golpeada con una culata de rifle y luego asesinada frente a sus hijos y su marido tras recibir disparos en la cabeza y el estómago. Se les negó la educación, no podían continuar estudios después de la pubertad. El llegar a la universidad fue un sueño que algunas pudieron cumplir en los últimos 20 años, luego de terminada la opresión talibán. Con ellos imposible pensar en una carrera profesional, tampoco podían trabajar fuera del hogar, salvo excepciones como trabajos en agricultura en zonas rurales y en escasa instalaciones de salud, de hecho, en Kabul se prohibió el trabajo de las mujeres en 22 hospitales. La atención en salud para ellas fue mínima, se permitió atender mujeres en instalaciones de una precariedad tal que no se podían realizar cirugías y tampoco diagnósticos por falta de equipamiento. Tras una intensa campaña internacional se logró cambiar un poco la situación, pero en general el acceso a la salud fue rudimentario y se puso en peligro la vida de muchas mujeres. Los médicos sólo podían examinar a una mujer si estaba completamente vestida con su burka, sin ninguna posibilidad de diagnóstico y tratamiento efectivo. El año 2001, Afganistán, contaba con la peor tasa de mujeres muertas: 16 de cada 100 morían en el parto. En cuanto a la salud mental, la ONG Physicians for Human Rights, reportó la más alta tasa de ansiedad, depresión y suicidio entre las mujeres afganas. El uso del burka, que no aparece en ninguna parte del Corán, se hacía cumplir con amenazas, multas y golpes. A las mujeres se las azotaba por mostrar uno o dos centímetros de piel bajo el burka. Recordando todos estos antecedentes, resulta difícil creer en que esta vez será distinto, por esto las agrupaciones de mujeres del mundo occidental están alertas observando los acontecimientos en el país afgano.

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